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Jesús María GARAYO URRUELA
Los félidos forman parte del grupo de animales carnivoros, que habitaron territorio vasco desde etapas históricas pretéritas. En la Prehistoria, representaban una familia diversa, formada por especies de distinta talla: leones, leopardos, linces nórdico e ibérico y gato montés. Las poblaciones de felinos de gran tamaño se extinguieron en fecha remota, en coincidencia con el último periodo glaciar. El lince, animal de porte mediano, se dio por desaparecido para las primeras décadas del siglo XIX. En la actualidad, mantiene solamente poblaciones estables el gato montés, el félido de menor tamaño de cuantos colonizaron en el proceso histórico el territorio vasco. Los félidos, animales terrestres, requieren un bajo nivel de molestias humanas y sistemas forestales conservados con zonas abiertas colindantes.
El lince posee una serie de rasgos morfológicos (grandes patillas, pinceles en las orejas, rabo corto), que le hacen fácilmente diferenciable respecto a animales de otras especies de la orden de los carnívoros e, incluso, de la propia familia de los félidos. La especie lince (Lynx, sp), sin embargo, se designa en la documentación histórica consultada bajo denominaciones diferentes, en las que se emplean para su designación los nombres de animales de otras especies de las familias de félidos y cánidos: “onza”, “lobo cerval”, “gato cerval“, “tigre” o “tiguere” y, también, “gato tigre”. El rasgo de rabicorto, que le distingue, explica el hecho de que el lince sea denominado katamotz en euskera.
El lince boreal se extiende por la región euroasiática, mientras el ibérico se ubica predominantemente en la mediterránea.
Fotografía: CC BY - Noel Feans
Las especies de lince nórdico e ibérico ocupan regiones diferenciadas. El lince boreal se extiende por la región euroasiática, mientras el ibérico se ubica predominantemente en la mediterránea. La ubicación del espacio vasco entre el extremo occidental de los Pirineos y el oriental de la Cordillera Cantábrica le convierte en una zona de transición entre ambas regiones biogeográficas. Al situarse el espacio vizcaíno en la zona cantábrica, pero colindar con la mediterránea, la distribución simpátrica de lince europeo y lince ibérico adquiere una realidad, que trasciende la hipótesis más o menos fundamentada. Los datos consultados en archivos no aportan, sin embargo, información biológica, que permita discernir la implantación territorial de las dos especies del género lynx y conocer concretamente hasta qué punto coexistían los linces nórdico e ibérico en Bizkaia.
La consulta en archivos ha permitido contabilizar, al menos, la captura de ochenta y siete ejemplares del género Lynx en territorio vizcaíno y zonas alavesa, burgalesa y guipuzcoana, inmediatamente colindantes, en la etapa 1599-1821. Las citas documentadas fueron esporádicas en el siglo XVII, en donde se han contabilizado solamente once capturas. El bajo número de capturas viene provocado posiblemente, al menos, en parte, por la pérdida de la documentación histórica de tipo contable en buena parte de las entidades locales vizcaínas para esta etapa histórica, pero también, es seguramente reflejo del carácter más bien “accidental” e intermitente, que distinguía la persecución del lince en aquellos tiempos.
El control demográfico del lince se caracterizó por la focalización territorial. La práctica totalidad de las capturas documentadas se produjo en pueblos localizados en los valles conformados por las estribaciones de las principales sierras vizcaínas: Gorbeia, Ordunte-Ranedo y Anboto-Urkiola. Al margen de los macizos montañosos mencionados, se han encontrado solamente cinco capturas: tres, en Arrankudiaga durante 1653-1654, una cuarta en Fruiz en 1662 y la quinta restante, en el siglo siguiente, apresado en 1762 en el monte de Arno de Mutriku, colindante con territorio vizcaíno. Las capturas señaladas apuntan en la dirección de una reducción del área de distribución del lince en Bizkaia y en su confinación, ya, para el siglo XVII, a determinados macizos montañosos en los extremos este-oeste del territorio.
Las capturas se sucedían en localidades y valles determinados. Las referencias de captura en Anboto-Urkiola corresponden a los valles de Atxondo y Aramaiona. Los pueblos, en los que se registraron muertes del félido salvaje en el macizo de Gorbea, fueron Dima, Orozko, Zeanuri, por Bizkaia, y Zigoitia y Zuya, en Araba. Karrantza y Turtzioz y el valle burgalés de Mena acaparan las aprehensiones en territorio encartado. La presencia del lince en territorio vizcaíno comprendía, por tanto, zonas de media montaña, localizadas en las estribaciones de las cordilleras montañosas de mayor altitud, que hay que pensar que reunían las condiciones ambientales idóneas para garantizar la presencia y supervivencia del félido, al intercalar zonas de cultivos, praderas y matorral, cercanas a amplias extensiones de masas boscosas.
Las capturas del lince se sucedían en localidades y valles determinados. Las referencias de captura en Anboto-Urkiola corresponden a los valles de Atxondo y Aramaiona.
Fotografía: Peña de Anboto (1.331 m.) en el valle de Atxondo (Bizkaia).El Garza
Los cambios en el ritmo de las políticas institucionales en el control de la población del lince marcaron la evolución y distribución de la capturas de la especie en el proceso histórico. La documentación histórica analizada evidencia un incremento del ritmo de persecución durante el XVIII, siglo, al que pertenecen sesenta y cinco capturas, algo más de las tres cuartas partes del total. La persecución contra el lince, sin llegar a presentar la forma organizada en el control de otros predadores, por ejemplo, el lobo, adquirió en este siglo un ritmo más o menos continuado. El ritmo de los descates poblacionales se mantuvo hasta su desaparición de la especie, ya que en un período temporal relativamente corto, los dos primeros decenios del XIX, se llegaron a cazar nueve ejemplares en territorio vizcaíno.
La muerte documentada del último ejemplar de lince en la sierra de Urkiola en 1794 correspondió a un lince muerto por un vecino de la localidad alavesa de Aramaio. Este mismo hecho se produjo en la sierra y estribaciones de Gorbea con el félido cazado por vecinos de Bedia en 1815. La extinción se retrasó en unos años más en las Encartaciones. En ello, hay que pensar que pudo incidir la proximidad de poblaciones de la especie, en este caso, de lince ibérico, radicadas en las vertientes burgalesas y cántabras de los Picos de Europa. En este sentido, es destacable que alimañeros encartados llegaron a apresar crías de lince en los años inmediatamente precedentes a la última captura, que se produjo en el Valle de Turtzioz en 1821.
En fin, la situación de la población de la especie empeoró a raíz de la intensa persecución humana a lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII, hasta abocarla a la extinción. El lince es una especie, que se distingue por una natalidad débil y una alta mortalidad juvenil: la camada de crías oscila entre uno y cinco ejemplares, por lo general, dos o tres, de los que la mitad muere antes de cumplir un año y afecta al 80% en la fase de expansión juvenil. El arrinconamiento geográfico y el descenso de las presas principales por la destrucción del hábitat contribuyeron a la rarificación de la especie. La intensificación del control demográfico terminó por provocar su eliminación masiva.
El vocablo empleado de manera general en la documentación histórica para designar a este pequeño felino es el de gato montesino, gato montaraz o gato montés; el animal se conoce en euskera por basakatua. El gato montés europeo (Felis s. silvestris Schreber, 1777) es considerado en la actualidad una forma salvaje de una especie poli-típica, que abarca, a su vez, entre otras sub-especies, al gato doméstico, Felis catus, y al gato salvaje africano Felis lybica.
Este pequeño felino es conocido como gato montesino, gato montaraz o gato montés; y en euskera como basakatua.
Fotografía: CC BY - El Garza
La persecución del gato montés está comprobada documentalmente en Bizkaia para, al menos, el siglo XVII en diferentes localidades vizcaínas. Concretamente, el Valle de Turtzios otorgó recompensas en metálico por veinte ejemplares presentados a sus autoridades entre 1611-1694. La mitad de las mismas, es decir, diez, se concentraron en la etapa 1652-1659. La caza de gato montés está, a su vez, documentada en algunas localidades arratianas: cuatro en Areatza entre 1601-1621 e idéntica cantidad en Ubide en la etapa 1671-1679. El número de capturas fue, salvo excepciones puntuales, bajo, uno-dos ejemplares al año, y se caracterizó por la alta dispersión temporal entre una y otra.
Los descastes de gato montés se encontraban ya más extendidos desde el punto de vista territorial para la segunda mitad del siglo XVIII. La documentación consultada refleja que el control poblacional se practicaba ya en municipios de las distintas comarcas vizcaínas. El control de las poblaciones de gato montés había adquirido cierto ritmo e intensidad en una comarca como Arratia, para la segunda mitad del siglo XVIII. En comparación con las capturas del mamífero salvaje durante el siglo XVII, el volumen del número anual de capturas asciende hasta situarse entre uno y cuatro ejemplares, con la excepción de las máximas anuales, que son obviamente más elevadas. De cualquier modo, se mantuvo la discontinuidad temporal entre las mismas.
Los diccionarios de contenido histórico y geográfico, publicados en la primera mitad del siglo XIX, aluden a la presencia del gato montés en algunos pueblos muy concretos de Bizkaia. En este sentido, el Diccionario de la Real Academia de Historia (1802) señala la presencia del gato montés en los valles de Turtzios y Munguía en los inicios del siglo XIX. Pascual Madoz informa de la existencia del félido en los valles de Orozko y Sopuerta para mediados del siglo XIX. El avistamiento de un ejemplar en 1860 en un monte espeso del pueblo de Galdames es recordado por Estanislao Labayru. Los datos de archivo manejados permiten afirmar que la presencia del carnívoro era bastante más amplia de lo indicado por la referencias bibliográficas indicadas.
El gato montés era una especie común del territorio vizcaíno en los inicios de la segunda mitad del siglo XIX. Así, quedó reflejado en las estadísticas sobre capturas de animales dañinos, promovidas por el poder central. De acuerdo con esta fuente, la única, por otro lado, que cubre el conjunto del territorio, los gatos monteses cazados en el ejercicio 1863-1864 fueron ochenta y siete y, en el siguiente de 1864-1865, sesenta y nueve (Tabla 1). Los ejemplares capturadas se repartieron por las localidades de Bizkaia, distribuidas en cinco partidos judiciales (Bilbao, Durango, Guernica, Marquina y Balmaseda). De acuerdo con los datos, la distribución de las capturas se repartía de manera desigual por el territorio.
Las consultas en los archivos de diecinueve entidades locales, distribuidas por las distintas comarcas vizcaínas, ha permitido comprobar la muerte de 690 gatos monteses en el período 1801-1940. Los datos ponen en evidencia la idea comentada de la amplia distribución del gato montés por territorio vizcaíno, pero reflejan, a su vez, la falta de continuidad en el reparto espacial de la especie. Así, no se ha contabilizado ningún premio por captura de gato montés en la larga etapa temporal señalada en uno de los municipios analizados, concretamente, en Igorre. En otras dos unidades de estudio, a saber, Gatika y Mendexa, los datos de capturas de gato montés se reducen a años de una sola década; por otra parte, las tasas de Arrigorriaga, Galdakao, Górliz, Ibarrangelua, Marzana, Zeanuri y Zamudio corresponden exclusivamente a dos períodos decenales, calculadas, por otro lado, sobre medias móviles de algunos de los años de cada período en cuestión. La distribución territorial, por tanto, distaba de ser uniforme y se distribuía por el espacio vizcaíno en densidades muy diversas.
La persecución del gato montés está documentada en Bizkaia para el siglo XVII. Concretamente, el Valle de Turtzios otorgó recompensas en metálico por veinte ejemplares presentados a sus autoridades entre 1611-1694.
Fotografía: Basinagre, Trucios-Turtzioz (Bizkaia).El Garza
Los amplios períodos sin capturas constatados en localidades, en las que se habían producido anteriormente, apuntan a la rarificación o, incluso, extinción local de sus poblaciones. Además, la presencia esporádica de capturas en localidades de la zona costera y central vizcaínas responden posiblemente a procesos de expansión juvenil. El gato montés, de cualquier modo, era una especie todavía extendida en Bizkaia durante la segunda mitad decimonónica, aunque se puede sospechar que su distribución por el territorio era, quizá, ya notablemente desigual. La pérdida de bosques de llanura y la reducción de áreas arboladas en zonas de baja y media pendiente representan para el gato montés la privación de sus hábitats predilectos.
En la bibliografía coetánea, se decía que el gato montés era una especie ya muy rara o, incluso, extinguida para los decenios de transición entre el final del siglo XIX e inicios del XX. Según Estanislao Labayru Labayru y Carmelo Echegaray, que le siguió en este aspecto, podía decirse que en esas fechas, la especie no estaba presente en territorio vizcaíno. Los datos de archivo, sin embargo, ponen de manifiesto lo contrario.
Además de las localidades de Busturia, Güeñes, Larrabetzu y Zaldíbar, en las que la persecución alcanzó continuidad y ritmo, las capturas del gato montés empiezan a producirse de una manera más o menos continuada desde los decenios finales del siglo XIX y, sobre todo, durante las primeras etapas decenales del siglo XX en municipios de comarcas distintas: Orduña (Arratia-Nervión), Ibarrangelua (Plentzia-Mungia), Amorebieta (Durangaldea), Gordexola y Karrantza (Encartaciones), y Arrigorriaga, Galdakao y Zamudio (Gran Bilbao). En municipios con series temporales de capturas, que cubren diferentes períodos de los siglos XIX y XX, la dinámica regresiva constatable en las décadas centrales del siglo XIX parece repuntar en las decenios finales y, sobre todo, en los primeros decenios del siglo XX. Las capturas vuelven a darse, tras amplias etapas temporales sin capturas o con volúmenes muy reducidos. Esta idea se refleja de manera clara en la evolución de las capturas de Güeñes y Larrabetzu y, con alguna diferencia, se transmite también en las de otros municipios como Amoroto y Busturia.
Aunque, posiblemente, la entrada en vigor de la Ley de Caza de 1902 pudo contribuir al incremento del esfuerzo en el control poblacional del felino salvaje durante la etapa 1901-1940, la evolución de las series de capturas parece apuntar, por tanto, una mejoría, posiblemente, relativa, de la población de gato montés en la transición de los decenios finales del siglo XIX a los primeros del XX. El crecimiento económico generado por el desarrollo siderúrgico fomentó en el último cuarto del siglo XIX el trasvase del excedente de población de las zonas rurales vizcaínas a las urbanas, lo que da pié a presuponer una reducción de la presión sobre los suelos agrarios y una evolución hacia prados y matorral de los terrenos con aptitud más forestal que agrícola. El tercer conflicto bélico carlista pudo también contribuir a la relajación del esfuerzo en el control poblacional del gato montés e influir en el desencadenamiento de su recuperación en las décadas finales del siglo decimonónico. La fuerte tendencia a la deforestación de la etapa decimonónica se invirtió en las primeras décadas del siglo XX con la puesta en marcha de programas de recuperación forestal. En fin, se repitieron de alguna manera en Bizkaia en los decenios de transición del siglo XIX al XX los factores que constituyeron las bases de la recuperación de las poblaciones de gato montés en Gran Bretaña, Francia y otros países europeos a partir de los años veinte: extensión de las estructuras de vegetación en mosaico, relajación de la presión humana ante la especie y cambio de tendencia en la dinámica forestal.
Tabla 1. Bizkaia (1863-865): número de capturas de gato montés, según partidos judiciales (frecuencias absolutas y %).
Partidos judiciales | 1863-1864 | 1864-1865 | ||
Frecuencias | % | Frecuencias | % | |
Bilbao | 5 | 7,24 | 2 | 2,30 |
Durango | 22 | 31,88 | 29 | 33,33 |
Gernica | 6 | 8,70 | 8 | 9,20 |
Markina | 17 | 24,64 | 34 | 39,08 |
Valmaseda | 19 | 27,54 | 14 | 16,09 |
Total | 69 | 100 | 87 | 100 |
Fuente: A.H.D.F.B., Administrativo, X-576, 11 al 13. Elaboración propia. |
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